Análisis Nintendo

Análisis de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom para Nintendo Switch

Como despedida de la Wii U y celebrando la llegada de la Switch, Nintendo decidió reinventar The Legend of Zelda, en su proyecto más ambicioso hasta entonces, Breath of The Wild. Una reformulación total de la franquicia, que apostaba por un mundo abierto completamente interactivo, una narrativa, en su mayor parte ambiental, un combate muy personalizable y una gestión de recursos compleja e incluso algo desquiciante.

El juego catapultó en ventas a la franquicia a las cifras que, hasta entonces, sólo alcanzaban juegos como Pokémon, Animal Crossing y Super Mario. Con actualmente más 31 millones de copias vendidas en todo el mundo, el predecesor de Tears of the Kingdom es el juego más vendido de la saga, duplicando los 14 millones del legendario Ocarina of Time. Esto, sin embargo, asentó unas expectativas difíciles de alcanzar que, sorprendentemente, han sido superadas.

La super producción llevada a cabo entre Nintendo y Monolith Soft supera en todo a su predecesor. Y no solo en los mercados, sino también en todo a lo que el juego se refiere. El sistema de poderes de Tears of the Kingdom profundiza, incluso más, en la personalización del combate. Los tres niveles en los que se divide el mundo, ayudan a paliar la sensación de vacío que en ocasiones padecía Breath of The Wild. Los puzles son más entretenidos y, en conjunto, el juego se siente superior al debut de la saga en Switch.

El principal candidato a juego del año ha pulverizado todos los récords de ventas no solo de la franquicia, sino de cualquier juego de Nintendo, con 10 millones de unidades vendidas en una semana.

 

 

Una historia interesante tapada por el propio juego

La historia, quizás lo menos destacable de la entrega, nos devuelve al Hyrule de BotW. Tras la derrota de Ganon, las naciones comienzan a recobrar su estabilidad, y aquellos personajes que nos ayudaron en la anterior aventura han continuado con sus vidas, si bien es algo en lo que no merece la pena profundizar. Durante este período, Link y Zelda deciden investigar las catacumbas bajo el castillo de Hyrule, desatando un cataclismo que volverá a amenazar la paz del reino.

En esta aventura contaremos con la ayuda de la tecnología Zonnan, una cultura aún más antigua y poderosa que la Sheikah. Su marginación en BotW, más allá de unas ruinas, laberintos, y set bárbaro, se invierte en esta secuela. Y es que en este título, las importantes estructuras y poderes Sheikah de BotW han desaparecido, curiosamente, sin dejar rastro.

 

 

Con esto quiero decir que, la narrativa ignora en parte lo construido en el anterior juego en pos de dotar al jugador con nuevas y divertidísimas mecánicas. Tears of the Kingdom incurre varias veces en falta de continuidad y elipsis excesivamente acentuadas, lo cual lejos de dejar al jugador rellenar los huecos con su imaginación, crea una sensación de vacío argumental.

El enorme tamaño del mundo no es de mucha ayuda tampoco: las misiones secundarias se entrelazan de una forma extraña, a veces no es posible continuarlas hasta que llegas a otra zona, y el sistema de seguimiento en el mapa ayuda poco o nada a continuarlas.

En sí, la historia y su desarrollo están bien planteados y son interesantes, pero el propio juego no se cansa de ponerte palos en las ruedas para continuarlas. A lo largo de todo el gameplay he tenido sensación de agobio: daba un poco igual lo que pudiese abarcar, la misión de turno nunca se acababa. Constantemente la trama entrelazaba con otro recado, alejando demasiado el foco de la trama principal hasta dejar, una vez más, mi lista de misiones más llena que cuando empecé.

 

 

Un mundo inagotable de proporciones cósmicas

El mundo y su enorme tamaño son, sin duda, uno de los dos puntos fuertes de este juego. Al ya extenso mundo de BotW, se le añaden dos capas más de terreno, el cielo y el subsuelo, sirviendo en parte como una alegoría típica del bien contra el mal, que de nuevo debemos enfrentar en esta aventura.

Estas nuevas capas hacen difícil que un viaje entre dos puntos sea igual para dos jugadores diferentes, o incluso para el mismo jugador en ocasiones distintas. El viaje de TotK, igual que el de su predecesor es completamente personal y crea memorias completamente originales y duraderas para cada uno.

Lo que no es duradero, una vez más, son las armas. Afectadas por el poder de la trama, estas vuelven a romperse con cierta facilidad. El jugador deberá mezclar su ingenio, paciencia y una pizca de suerte para afrontar esta nueva epopeya. En esta ocasión los materiales, que podemos fusionar a nuestras armas, cobran incluso mayor importancia, generando cierta necesidad de constancia en la recolección de los mismos.

De esto depende, en gran medida, que tu paseo por Hyrule sea una aventura épica o un descenso, a veces literal, a los infiernos. Genera una sensación de tensión constante muy buena, en un mundo variopinto que va evolucionando a la par que el jugador, dotando al gameplay de una sensación de aventura con mayúsculas.

 

 

Gameplay: Exploración, crafteo, ingenio y combate. 1 juego y 1000 formas de jugar

Esta es sin duda la joya de la corona de Tears of the Kingdom. La imaginación del jugador puede, por sí misma, deshacer cualquier plan o diseño de nivel pensado por los desarrolladores. Como ya todo el mundo sabe, las habilidades del juego permiten unir objetos entre ellos. Esto permite desde la creación de nuevas armas con efectos especiales, hasta autómatas que luchan por ti, naves espaciales, bombarderos, tanques… Esto, por otro lado, puede llegar a trivializar el juego, pues una vez dominas todas las mecánicas de combate y crafteo la mayoría de combates dejan de ser un desafío.

Es una suerte de talón de Aquiles de estos juegos. Tanto en este como en el anterior, la inteligencia colectiva de sus comunidades online facilita el acceso a multitud de construcciones y estrategias. Si bien todo esto añade a la profundidad del título, también hace que los jugadores superen rápidamente cualquier reto que planteen los desarrolladores.

 

 

Una música buena, pero olvidable

The Legend of Zelda tiene una de las bandas sonoras más conocidas del mundo de los videojuegos. Probablemente, aunque no juegues asiduamente a la franquicia, si menciono su tema principal, se te venga a la cabeza. En este sentido, la música no alcanza las cotas de sus predecesores, ni considero que se encuentre a la altura del juego.

No digo que sea mala ni mucho menos, de hecho es buenísima, pero resulta ciertamente olvidable. En lo personal no llega a los niveles de epicidad que requiere la aventura. Por otro lado, la música y ruido ambientales, así como el sonido de los materiales son muy buenos, generando cierto contraste con lo poco destacable de los temas en general.

 

Un juego muy cuidado elevado a los cielos por unos aficionados muy fieles

Tears of The Kingdom es un juego increíble y tiene las mejores físicas del mercado. Es un videojuego que explota y beneficia como ningún otro la creatividad de los jugadores, haciéndolo hasta injustamente sencillo para los más creativos. Salvo algunas grandes asperezas en el apartado de la iluminación, sigue la sobresaliente y aclamada estela artística de BotW.

Por otro lado, la historia tiene varios agujeros. La continuidad con el juego anterior está muy mal llevada, sobre todo cuando estamos hablando de una secuela directa. El tamaño del mundo hace sencillo perder el hilo de la trama, con un sistema y seguimiento de misiones secundarias que deja bastante que desear. La mayoría de los personajes tienen poca carga empática y es difícil encandilarse de ellos, sobre todo a más profundizas en el juego.

En resumidas cuentas, este juego es, a simple vista, un diamante bien pulido, si bien mirado con detenimiento no está exento de imperfecciones. Esta fórmula de BoTW, que ha evolucionado en TotK ha venido para quedarse, y lo que más me intriga es preguntarme cómo se superarán en el siguiente juego.


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Traductor oficial de Pokémon Alpha y fan número 1 de Dhelmise.